-Se hizo el silencio en el Estadio Da Luz cuando, a la media hora del Portugal-Serbia, Cristiano Ronaldo empezó a cojear y a llevarse la mano al brazalete de capitán. Algo iba mal. Había acelerado en busca de un balón que se perdía por la banda y en el esfuerzo se rompió. Con la nariz ensangrentada, consecuencia de una refriega anterior, pidió el cambio, notando todavía el pinchazo letal en el muslo derecho. Emanaba de ahí el dolor, pero impregnaba a todo un país.
En la cara de Cristiano se reflejaba la preocupación por tener que irse en esas circunstancias, con esa Portugal que tantísimo depende de él por debajo en el marcador en su propia casa. Y también musitaba su preocupación por el partido de Champions contra el Ajax -que tuvo suerte de no perder a Tadic tras una entrada criminal de Pepe- de dentro de dos semanas, que esa lesión muscular pone en cuarentena para él. Incluso por el choque de vuelta, apenas seis días después. La Juventus le necesita y él, a su vez, necesita ganar otra Copa de Europa más. Para eso se marchó a Turín.
En la cara de Cristiano se reflejaba la preocupación por tener que irse en esas circunstancias, con esa Portugal que tantísimo depende de él por debajo en el marcador en su propia casa. Y también musitaba su preocupación por el partido de Champions contra el Ajax -que tuvo suerte de no perder a Tadic tras una entrada criminal de Pepe- de dentro de dos semanas, que esa lesión muscular pone en cuarentena para él. Incluso por el choque de vuelta, apenas seis días después. La Juventus le necesita y él, a su vez, necesita ganar otra Copa de Europa más. Para eso se marchó a Turín.
-Cristiano hizo después del partido unas declaraciones donde tranquilizó a los aficionados:
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